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domingo, 30 de agosto de 2015

NO DIGAS...

No digas: "Padre"
si no te comportas como hijo.

No digas "nuestro"
si vives cerrado en tu egoísmo.

No digas "que estás en el cielo"
si no piensas más que en las cosas de la tierra.

No digas "santificado sea tu nombre"
 si no piensas más que en tu propia gloria.

No digas "venga a nosotros tu reino"
si lo confundes con un éxito material.

No digas "hágase tu voluntad"
si no la aceptas cuando te desagrada.

No digas "danos hoy el pan de cada día"
si no te preocupas por los necesitados.

No digas "perdona nuestras ofensas"
si guardas rencor a tu hermano.

No digas "no nos dejes caer en la tentación"
si tú mismo te expones a ella.

No digas "líbranos del mal"
si no te comprometes absolutamente por el bien.

No digas "amén"
si no te tomas en serio las palabras del Padrenuestro.


jueves, 27 de agosto de 2015

EL PROFETA ELÍAS



Elías es, junto con moisés, la figura más importante del Antiguo Testamento. En el pueblo de Israel, Moisés representa la Ley y el profeta Elías, de un modo especialmente significativo, a todos los Profetas enviados a los israelitas para anunciar la Palabra del Dios único y verdadero, que traerá la salvación a todos los hombres.

Elías era un hombre que tenía mucha fe en Dios y demostró a todos los israelitas que estaban equivocados adorando a un dios que no existía como era Baal.
Era entonces rey de Israel Acab y su mujer, Jezabel, hacía exterminar a los profetas de Israel. Elías tuvo la fuerza de lograr que Acab convocara en el monte Carmelo a todo el pueblo, a los cuatrocientos que comían a la mesa de Jezabel. 

Acab le odiaba porque Elías se oponía a la adoración del dios Baal y al verle le dijo: "¿Eres tu la ruina de Israel?"
"No soy yo la ruina de Israel -contestó Elías a Acab- sino tu y la casa de tu padre que os habéis apartado de los mandamientos de Yavé y os habéis ido detrás de Baal".
Y entonces se dirigió a todo el pueblo y les dijo: "¿Hasta cuándo vais a estar dando vueltas de un lado a otro? Yo os demostraré quién es el Dios verdadero. Si Yavé es Dios, seguídle a El; si es Baal, id tras él
Yo solo he quedado de los profetas de Yavé; en cambio, los profetas de Baal con cuatrocientos cincuenta. Traed dos novillos".
Entonces, Elías dijo a los profetas de Baal: "Escoged uno de los novillos, cortadlo en pedazos y ponedlo sobre la leña. Pero no prendáis fuego. Yo haré lo mismo, invocad vosotros a vuestro dios y yo invocaré a Yavé. El Dios que responda con fuego, ése será el Dios verdadero".

Y todos estuvieron de acuerdo. Se pusieron los profetas de Baal a invocar a su dios. Pero nadie ni nada les contestaba, porque no hay más Dios que uno y ese es Yavé.
Estuvieron mucho tiempo haciendo súplicas, dando voces y haciéndose cortes y marcas con cuchillos como era su tradición. Por fin, se rindieron y entonces empezó Elías, que gritó: "Yavé, Dios de Abraham, de Isaac y de Israel: haz que se sepa que Tu eres el Dios verdadero y que yo soy tu siervo, que todo esto lo hago por tu mandato".

Entonces un rayo prendió fuego al novillo sobre la leña y, viendo el milagro, todos cayeron de rodilla y dijeron: "¡Yavé es Dios!"

A Elías le sucedió como profeta Eliseo, que contempló cómo su maestro Elías era arrebatado al cielo en un carro de fuego. En la Biblia nada se dice de su sepultura al igual que ocurre con Moisés, lo que la tradición de Israel siempre entendió como un signo de la esperanza en el Mesías: un día vendrá de nuevo Elías y anunciará la llegada del nuevo Moisés.

Fuente Alfa y Omega (El Pequealfa)


lunes, 24 de agosto de 2015

EN EL PRINCIPIO...

En el principio, Dios creó el cielo y la tierra. La tierra era soledad y caos, y las tinieblas cubrían el abismo. Todo era muy confuso, pero el Espíritu de Dios se movía sobre las aguas. 

Entonces, Dios dijo:

Hágase la luz!, y hubo luz. Le gustó y vio que la luz era buena. Así que decidió separar la luz de la oscuridad, y a la luz la llamó día, y a la oscuridad, noche; pasó una tarde y una mañana, y ese fue el primer día.

En el segundo día de la creación, lo que hizo Dios fue separar las aguas de arriba de las aguas de abajo, y creó el firmamento, al que llamó cielo. Pasó una tarde y una mañana, y al tercer día dijo Dios: ¡Que se junten en un lugar las aguas de debajo del cielo, y que aparezcan los mares y la tierra seca!

Al ver aquello tan bonito, decidió que haría que creciesen las hierbas, los árboles, las flores y los frutos de la tierra. Así ocurrió. Y vio que también esto era muy bueno. Pasó otra tarde y otra mañana.

Entonces, al cuarto día, pensó que le gustaba tanto ver aquello, que haría habitantes para todo lo que acababa de hacer: el cielo, el aire, la tierra y el mar. Y creó el sol, para que iluminase el día, y las estrellas y la luna, que pusieran luz a la noche, tan bella como el día. Pasó una tarde y una mañana.

Los pájaros del cielo y los peces del mar aparecieron por deseo de dios al quinto día; pasó otra tarde y otra mañana.

Al sexto día creó a los ganados, los reptiles y a todos los animales terrestres. Y vio Dios que esto era bueno.

Pero aún le faltaba lo más importante,  y decidió crear al hombre, a su imagen y semejanza: Hombre y mujer los creó, dice el texto sagrado para que hombrs y mujeres pudieran compartir toda esa belleza que les había regalado. Pasó otra tarde y otra mañana.

Cuando llegó el séptimo día, nuestro Padre Dios se paró a contemplar todo aquello que había hecho. Le gustaba tanto, que lo bendijo e hizo del séptimo día el día de descanso del Señor.

Fuente: Alfa y Omega (El Pequealfa)