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viernes, 2 de marzo de 2018

NOÉ


Un día, Dios dijo a Noé:
- Tengo que acabar con toda esta maldad. El hermoso mundo que creé está estropeado. Va a haber un gran diluvio. Lloverá mucho, lo suficiente para llevarse todo lo que es malo. Pero tú te salvarás.

Entonces, Dios mandó a Noé que construyese un barco. El Arca. Lo suficientemente grande para salvar a Noé y a su familia. Lo suficientemente grande para salvar una pareja de animales de cada especie.

Noé hizo todo lo que Dios le había pedido. Siempre hacía lo que Dios le decía.
¡Tac!, ¡tac!, ¡tac!, golpeaba el martillo. Finalmente, el Arca quedó acabada.

Los animales estaban nerviosos.
-¡Cuac, cuac! -decían los patos.
-¡Muuu, muuu! -mugían las vacas.
-¡Pío, pío! -piaban los gorriones-. ¡No nos dejes atrás!
-Todos a bordo -dijo por fin Noé.
Y Dios cerró la puerta del Arca detrás de ellos.

Pasó una semana completa. Entonces, comenzó a llover: tip, tap, tip, tap...
Más agua y más agua. Hasta que el Arca empezó a flotar. Hasta que los arroyos se llenaron y los ríos se desbordaron. Más lluvia y más lluvia. Hasta que las cimas de las montañas quedaron cubiertas. Hasta que no se podía ver nada, excepto agua.
El Arca era lo único que quedaba.

Después de mucho, mucho tiempo, dejó de llover. Lenta, muy lentamente, el nivel del agua fue descendiendo.
Ahora Noé podía ver los picos de las montañas.
El Arca se detuvo suavemente.
Noé abrió una ventana y dejó salir al cuervo. Había agua por todas partes. El cuervo no se pudo posar en ningún sitio y continuó volando.
Noé esperó un poco más.
Después, envió a la paloma. Ésta volvió con una hoja verde y nueva en el pico. Todos se alegraron.
Poco a poco, el agua se fue retirando y la tierra quedó casi seca.
Dios llamó a Noé:
-Ya podéis salir. No hay ningún peligro. No os preocupéis. Nunca volverá a haber un diluvio como éste,  os lo prometo. Mirad, he pintado un arco iris en el cielo como señal de la promesa que os hago. 

Tu primera Biblia. Edebé



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